Los ardores, las náuseas, las patadas.
El sueño, la ansiedad, todos los miedos.
El sexo, adivinar nombres sin cara.
Los antojos, el parto, el amor ciego.

La emoción en el rostro reflejada

cuando comienza a andar, los balbuceos.

Verlos crecer al borde de la almohada.

El colegio, los golpes, los «no quiero«.

Su vida es el calor que te ilumina

y hace crecer la magia de los besos

Esa dulce y gustosa medicina

que cala de los labios a los huesos.

Educar sin descanso, regañinas,

Tener que aguantar carros y carretas.

Un camino que nunca se termina.

Un alarde de trajes y caretas.

Compartir las lecciones y las notas.

La edad del porvenir y la del pavo.

Botellones del tiempo gota a gota

y un clavo que, al final, saca otro clavo.

Gafas de sol en cada despedida

(nunca huele ese adiós a primavera)

Soledad de rellano de escalera

cuando su habitación queda vacía.

Noches en vela de una vida en vilo.
Largas jornadas que no duran nada.
Vida que de la vida es la coartada 
y da sentido al hueco del ombligo.
Autor: »Javier Ruiz Taboada«